Aunque parezca un experimentado defensor, pues ya lleva cinco temporadas como uno de los indiscutidos en el plantel de Brown de Adrogué, Hernán Zerbo tiene apenas 25 años y un largo camino por recorrer en el mundo fútbol. Sin embargo, desde hace ya un tiempo abrió el espectro y abocó parte del tiempo a su formación personal e intelectual. Becado por la Fundación, decidió darle rienda suelta a otra de las pasiones que trae desde chico: la cocina. Después de años de esfuerzo logró su merecido título de Cocinero Profesional y prometió agasajar al personal de la Fundación con algunos de sus más exquisitos platos. Bienvenidos sean, Hernán…
– ¿Cómo y cuándo fue que encontraste en la Cocina una veta importante para tu futuro? ¿Siempre te gustó?
– Desde siempre me gustó todo lo referido a la Cocina. Al principio lo tomé como un hobby y cocinaba de vez en cuando en casa. Con el correr del tiempo me iba metiendo un poco más, me iba gustando más y cuando me tocó emigrar terminé por tomarle el verdadero sabor a la cocina, porque me veía en la obligación de cocinarme. Al retornar me di cuenta que la idea de dedicarme a la Cocina en un futuro, una vez concluido el fútbol, no era para nada disparatada. Por eso averigüé y decidí comenzar esta apasionante carrera con mi amigo Gastón Grecco.
– Si tenés que elegir lo que más te gusta hacer dentro de la cocina, entre preparar los ingredientes, darle forma y terminación al plato o probar lo que vos mismo preparaste, ¿con qué opción te quedas?
– Como todo Cocinero, son muy pocas las veces que uno disfruta lo que prepara. Siempre pensás en agasajar al otro (no te voy a decir que no probamos), pero lo más lindo para el que cocina es ver en la otra persona que está disfrutando lo que uno hizo. Me quedo con la parte de preparar el plato y darle una terminación, para que llegue lo mejor presentado a la persona que lo va a recibir.
– Haciendo referencia al fútbol, tras debutar muy joven en primera división con El Porvenir, inmediatamente después tuviste la posibilidad de emigrar a uno de los países donde la calidad de vida es de las mejores en el mundo (jugó un año en el club Hemmelina, de Finlandia). ¿Cómo viviste esa experiencia y cómo fue irte de manera tan prematura a jugar afuera?
– Fue una experiencia muy positiva el haberme ido a jugar a Finlandia, sobre todo por la experiencia de vida y enseñanza que me dejó. El haberme ido joven me enseñó a valorar las cosas por más pequeñas que parezcan. Me sirvió para crecer como persona y me ha formado en valores también. Respecto al fútbol, tengo que decir que es totalmente diferente al nuestro, muy estructurado y muy físico, de lo cual extraje buenas conclusiones.
– ¿Qué opinan de los argentinos en general y de nuestro fútbol?
– Los argentinos, lamentablemente, no somos muy bien vistos, hasta que de a poco te vas ganando la confianza de ellos. De arranque me tuvieron como a prueba, pero una vez que les demostré, en especial, respeto, pude hacerme de muy buenas amistades. De nuestro fútbol, como en todas partes del mundo, nos ven como de los mejores. Conocen todo del fútbol argentino y de todos los jugadores que militan en las ligas extranjeras.
– Combinando tus profesiones, ¿cuáles son tus referentes en el fútbol y en el arte culinario?
– En el fútbol me gusta mucho Walter Samuel. Es de esos jugadores que nunca pasa desapercibido dentro de una cancha y además tiene un perfil bajo, pero que a la hora de entrar al campo cambia hasta convertirse en uno de los pilares del equipo por su voz de mando. Dentro de la Cocina es muy variado, hay muchísimos estilos diferentes, prefiero quedarme con uno de los profesores de la carrera: el señor Juan Carlos Chumba.
– ¿Con qué plato nos podrías agasajar a los que trabajamos en la Fundación (risas)? ¿Cuál considerás que es tu especialidad?
– Me gusta mucho, aunque es muy sencillo de realizarlo, el pollo con salsa de verdeo, crema y champignon. Repito: es muy sencillo, pero es un plato muy sabroso. Después podemos seguir con unos sorrentinos hechos a mano y por último podemos poner las pizzas también.